Estábamos comiendo todos en familia cuando de repente el abuelo se convirtió en gato. Tras quedarnos sorprendidos y como estatuas, los más pequeños de la casa, intentaron atraparle, a lo que el abuelo, con su nueva forma, respondió saltando por encima de la mesa, tirando platos, vasos, etc.
Los chicos más mayores intentaron ayudar a los pequeños a coger al abuelo, que saltaba de un lado para otro, por encima de sillas, sillones, muebles….
Mientras tanto las mujeres gritaban por el estropicio que se estaba formando, por la vajilla rota y los cristales esparcidos por todas partes.
El abuelo alcanzo una ventana abierta, por la que salió y subió al tejado, donde supuso no le alcanzarían.
Según pasaban las horas, el jaleo de la casa disminuía. Cuando ya no se escuchaban ruidos y todo estaba recogido, el abuelo volvió a entrar en la casa, deslizándose por la ventana con mucho sigilo.
En el salón encontró a la abuela esperándole preocupada. Tras saltar a sus brazos y recibir su cariño el abuelo recupero su forma original.
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